Capítulo
38
Estoy
de los nervios, ¿Qué querrá que haga? Tengo la sospecha, el gusanillo del miedo
me dice que es lo más probable. Pero no quiero que sea cierto. No por favor.
Aún me
acuerdo de lo que le conté a James en la Arena, sobre como mi madre murió y
todo por culpa de la “infracción” que cometió nuestro pariente vencedor. Con él
apenas hablo, creo que sabe que se lo de mi madre, me lo he encontrado por la
Aldea de los Vencedores varias veces pero con los que más hablo son Blight,
Rebecca (cuya edad ya ronda los 80 y pico) y Edward (un hombre de unos 40 años
casado y con dos preciosos hijos). En cambio con mi tío y con el otro hombre,
Dave, apenas hablo.
El caso
es que sé que tengo que hacer lo que Snow me dice aunque eso implique… aunque
eso implique… hubiera sido más fácil morir.
Tobías
me vuelve a preparar para la ocasión, después de unas horas llevo puesto un
traje corto, blanco y bastante escotado. Con unos tacones muy altos negros. El
pelo suelto y unos pendientes negros que se balancean haciéndome cosquillas en
las mejillas. Mirándome al espejo entiendo porque Tobías me viste así, quiere
que este sexy. Miro antes de salir a Tobías que me sigue mirando con rostro
apenado.
-Entonces
él te obliga, ¿verdad?- le digo
-Si…
Johanna, lo siento. Ya sabes que…- me dice
-Déjalo,
no te preocupes…- le interrumpo dándole un abrazo- Eres uno de los pocos amigos
que me quedan, no te voy a culpar.
La
comida de hoy es como dice Shirila “Fabulosisima de la muerte”, es al aire
libre, y el lugar está decorado con plantas y fuentes, una pista de baile donde
una orquesta toca todo tipo de canciones, unas mesas llenas de comidas y
camareros con unos esmóquines de colores que disparatados dan vueltas para
servir bebidas espumosas o de colores.
Paso
ese rato haciéndome fotos con sonrisas falsas en el rostro, riendo cuando la
gente ríe y bailando con todo el que me lo pide.
Sobre
las seis y media, Tobías y Blight me “rescatan” de un grupo de fotógrafos que
no paran de captar imágenes mías junto a unos árboles.
-Ya
casi es la hora Johanna- dice Tobías
-Que no
se te olvide… que esto puede tener repercusiones malas- suelta Blight
-Mmmm…
gracias por recordarme que si la cago, alguien sufrirá daño. Se me había
olvidado- le respondo con sarcasmo intentando enmascarar el nerviosismo que
tengo.
Ninguno
me responde y empezamos a andar hacia la calle, allí ya hay un coche negro con
ventanas tintadas que me espera. Antes de entrar les hecho una mirada de despedida
a mis compañeros, Blight me hace un gesto de ánimo con la mano y ahora que lo
pienso ¿Él también pasó esto? ¿Aún le obligan? Es guapo pero no tanto como
Finnick, pero claro, en su momento tuvo mucha fama… como yo.
Cuando
llego a mi destino veo una enorme mansión, por curiosidad le pregunto al
conductor dónde estamos y me responde secamente “En la mansión del Presidente
Snow, señorita”, entramos y veo que hay más de un coche como el mío en la
puerta.
En la
puerta un hombre con aspecto de Avox me indica que lo siga, voy dando pasos
cortos y mirando al suelo. Entro en una sala, más bien en un dormitorio. El
Avox sale y me quedo sola.
Me
siento en el filo de la cama, con los brazos cruzados mirando el suelo. Al cabo de unos minutos se
abre la puerta, y como no levanto la vista no veo a mi visitante. Aunque oigo
que se quita los zapatos, se acerca y se sienta junto a mí.
Siento
su aliento en mi cara, y me da asco. Me quedo quieta inmóvil mientras el
individuo con rasgos inhumanos (Pelo azul, labios pintados y demás) me empieza
a besar el cuello, quitándome la ropa, obligándome a… a… Cierro los ojos y me
quedo muerta.
A la
hora, estoy en la cama tapada hasta la barbilla mirándolo mientras se viste.
Noto que tengo el labio sangrando porque mi cuerpo ha intentado apartarse una
de las veces que me intentaba besar y él me golpeó en la cara. En general, ha
sido bueno me ha contado que se llama Swayer, que me admira y que quiere
hacerme feliz.
Ya,
claro. ¡Y yo vuelo!
Me deja
un paquetito pequeño con un lazo encima de una de las mesitas de noche. Lo
recojo, me pongo la ropa y salgo de la habitación. Me giro cuando noto que
tengo alguien detrás
-Hola
Johanna- me dice Finnick que también está aquí.- ¿Estás bien?- me dice al ver
mi labio
¡Oh Dios mío!, ¡me c**o en todo! ¡SNOW LA HA VENDIDO! Lo odio mucho, muchísimo que lo sepas. Pobre Johanna.
ResponderEliminarSeguiré leyendo.