Capitulo 39

Antes que nada, avisar a aquellos que no han leído los Juegos del Hambre de que desde este capitulo hay spoliers de esta triologia  y que si os la queréis leer no quiero fastidiaroslo.

A los que leáis desde aquí, simplemente espero que os guste y que si tenéis algún tipo de sugerencia, petición o solo queréis comentar algo, hacerlo.

Un beso:)

Estoy sentada en el columpio que mi padre colgó en el patio de mi nueva casa, tengo el impulso nervioso de girar el anillo que tengo puesto; es el regalo que Swayer me dio esa noche, aún lo conservo para recordar mi odio a Snow. Desde que volví de la Gira de la Victoria todo vuelve a la normalidad, es decir, la gente me sigue temiendo. Christopher no me habla, Caroline esta súper feliz con su novio, visito el cementerio una vez a la semana y Ana y yo pasamos muchas tardes juntas. Aunque desde que Snow amenazó a los que quiero, quedo con ella a escondidas.

No le conté a mi padre lo que me pasó, pero creo que al verme tan apagada sabe que algo me pasa. Finnick fue muy amable conmigo y me dio su teléfono para hablar, cada varios días me llama o le llamo. Por ahí me ha contado su historia, me ha hablado de Annie Cresta, me acuerdo de sus juegos, de cómo tuvo que ver cómo le cortaban la cabeza a su compañero de distrito y que gracias a ser la mejor nadadora de los Juegos ganó al inundarse la Arena. Finnick me ha dicho que ha quedado un poco trastocada, pero que la quiere. Eso hace que la imagen que tengo del sex symbol de Panem cambie, a una buena persona. No solemos hablar de lo que nos obliga a hacer Snow por teléfono, ya que nos parece que deben de controlar lo que hablamos.

El tiempo pasa y cada mes llega una carta de Snow. Por ello abandono el distrito 7 para ir al Capitolio. Hay algo que me llama la atención porque desde la Gira de la Victoria he ido 5 veces y en dos de ellas me he encontrado con el mismo chaval. Es un tipo corpulento, rubio, de ojos claros y con muchos tattos dorados por el cuerpo. Es diferente porque cuando mi cuerpo evita algo, él no me pega sino espera que domine mi cuerpo y me vuelva a quedar quieta. Finnick me ha explicado que hay ciudadanos del Capitolio que al tener mucho dinero y poder se benefician y obtienen lo que desean, como que Snow me venda a ese chico.

Pasa el tiempo, mi padre está envejeciendo a un paso muy grande. Creo que sabe algo de lo que estoy haciendo en mis viajes al Capitolio. Tobías también me llama de vez en cuando y me manda ropa.

El tiempo pasa, otra cosecha, otros dos tributos del 7 muertos… Ser su mentora no ayudó mucho. Cada año la ilusión y esperanza de conseguir que alguno de los tributos salgan vivos disminuye volviéndome más agria y enfadada contra el Capitolio.

Un año y medio después de ganar los Juegos no asistí a una de las “citas” de Snow, y eso tuvo sus consecuencias porque mi padre recibió una paliza que le dejó en la cama, después de eso no se volvió a levantar más.

Antes de morir me dijo una frase que siempre recordaré: “Puedes recibir todo el adiestramiento del mundo pero al final es tu instinto el que te guía, el valor no se enseña Johanna. Recuérdalo “

El tiempo pasa, me encuentro sola  en mi gran casa, desde hace un tiempo adiestro a Ana por si algún día la castigan a ella por mi culpa y la manden a la Arena. Hablo mucho con Finnick y con Annie. Pero los veo durante los juegos cada año, sobre todo a Tobías.

Poco a poco pierdo la esperanza de que algún día esta situación cambie, alguien que nos libere de la opresión del Capitolio. Pero no tuve que esperar tanto porque en los 74º Juegos del Hambre algo empezó.