Capítulo
30
Me
encuentro sentada en la orilla, el agua limpia mis sucios pies; el aire me trae
el olor a mar. No quiero cerrar los ojos aún, ni siquiera mirar cómo me
encuentro. Porque ya sé que las manos las tengo rojas de su sangre y la mía,
que mi cuerpo está lleno de arañazos, cortes y mordiscos.
Aún
sigo tragando sangre del corte en mi labio, noto como parte de ese líquido
color carmín va deslizándose por mi barbilla dejando un rastro a su paso.
Recuerdo
como he llegado a esta postura, no ha pasado ni media hora desde nuestro
encuentro.
Estábamos
las dos mirándonos a metros de distancia. Sin saber qué hacer para matar a la
contraria. Ambas con las mismas posibilidades.
Seguíamos junto a la cornucopia, así que mi rival
supongo que pensaría que yo caería en una de las trampas. Corrió hacia una de
ellas, y yo la seguí. Al principio pensé que quería huir pero se acercó a una
de las trampas intentando no mirarla mucho para que no me fijara en el suelo.
La muy
tonta ni siquiera se planteó que yo ya lo sabía. Y cuando me empujó para que
pisara su trampa la empuje dejándola en mi sitio. Por eso el cuchillo que
estaba atado al árbol salió disparado hacia el pecho de ella. Con mucha frialdad ella se lo arrancó de su propia
carne, se fijó en que no le había dañado ningún órgano vital, y se abalanzó de
nuevo contra mí.
Después
de eso, yo ya sabía su punto débil y no fue tan difícil deshacerme de ella,
pero el proceso fue muy duro.
Le dio
por darme más de un bocado por cualquier parte del cuerpo que se le antojara,
cosa aprendida por su hermana-vencedora Enobaria. Me pregunto cuál será la cara
de la Vencedora viendo como su hermana está a punto de morir.
Al cabo
de un rato me levanté y Alessandra se encontraba tumbada en el suelo con la
cara bañada por el sudor y la sangre. Cuando me acerqué a ella gruñó pero no
tenía fuerzas para moverse. Me miró con rabia y le dije con un suspiro muy
bajito
-Creo
que ha sido un efecto muy bonito caer en tu propia trampa, serás recordada como
la profesional patosa y descuidada. O mejor… no serás recordada por nadie. Pero
en cambio mi compañero y yo si lo seremos.
No me
contestó pero no pude contenerme y mientras le clavaba el cuchillo que tenía
guardado en la pantorrilla, como bien me han enseñado en estos juegos los
profesionales, le suelto
-Espero
que vayas al cielo, querida. Así al menos James podrá vengarse mejor, de lo que
le hicisteis. Yo sólo te di una muestra…
No
estaba muerta cuando me marché, quería que pensara un poco lo que hizo por eso
le clave el puñal de forma que se desangrara.
Y así
fue como llegue a donde estoy. Suena su cañonazo.
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