Estamos encima de una de las viviendas abandonadas y sin
hacer ruido bajamos y nos metemos por una de las ventanas sin ser vistos por
nadie.
Nos encontramos en la parte de clase media del capitolio así
que los muebles no son tan caros como en donde me alojaba cuando venia pero una
mesita de estas podría alimentar a mi distrito durante más de 3 meses. Buscamos
hasta que encontrar un enorme armario lleno de ropa, pelucas, maquillaje…etc.
Como Ethan no tiene ni la más remota idea de la ropa a excepción
del feo y gris mono del distrito 13 soy yo la que lo prepara y le hago ponerse
unos pantalones rojos de pana, con una camisa de rayas bastante estilo
capitolio. Para ser una familia no muy rica tienen muchos utensilios de
maquillaje. Le pinto las puntas del pelo de rojo con una especie de spray y le
cuelgo varios pendientes de iman en la oreja. La cara se pinto al estilo chico-
Capitolio y para esconder las armas le doy un enorme abrigo con capucha.
Paramos para comer alguna de las provisiones que trajimos y
luego me preparo yo. Encuentro un mono
negro sin mangas, y una bufanda blanca de lana para el cuello. Un no tengo el pelo tan largo como antes,
pero encuentro unas extensiones rojas y me las coloco como si fueran mechas en
mi propio pelo. En la cara me dibujo una máscara de rojo, dorado y negro para
que sea imposible que alguien me reconozca, y al igual que Ethan me coloco un
abrigo por encima, de color rojo escarlata lo suficientemente largo para que no
se me vea que no llevo tacones.
Ambos nos miramos en el espejo.
-Esto… no me reconozco- salta él.
-Perfecto.
Salimos de la casa con nuestra bolsa de alimentos a la vista
y las armas muy bien escondidas, nos camuflamos en la marea de personas
desesperadas y cansadas que van en la misma dirección. Al parecer nos llevan
hoy a una especie de estadio cubierto donde podremos descansar y mañana
continuar la marcha.
Después de horas, el himno del Capitolio empieza a sonar
desde varios altavoces y la voz de una reportera nos informa de varios
movimientos de los rebeldes pero de repente dice algo que hace que Ethan me
obligue a seguir andando.
“- Tenemos la certeza de que el grupo de rebeldes
encontrados muertos en los restos de una vivienda en la zona sur pertenecen
nada más y nada menos que a Katniss Everdeen y sus compañeros. Entre ellos
Finnick Odair y Peeta Mellark…”
¿Cómo? ¡NO! ES IMPOSIBLE, NO PUEDEN ESTAR MUERTOS. Debo de
haberme quedado en mi sitio, porque Ethan me agarra de la mano y tira de mí
para que siga andando.
-Johanna, mírame. ¡Qué me mires! Seguro que están bien y los
tienen si es que los han cogido en donde te tenían a ti. ¿De acuerdo? Continua
y mira al suelo, pronto llegaremos a ese lugar del que hablan.
Cuando llegamos aún
sigo agarrada de la mano de Ethan, nos conducen a varias habitaciones y allí a
solas me tranquiliza diciéndome que llame a Haymitch al hacerlo este me alivia
contándome que sólo encontraron los cuerpos de varios soldados del 13, así que
aún siguen vivos.
Al rato Ethan se sienta a mi lado y seriamente me pregunta
-Johanna, ¿puedo hacerte una pregunta?
-Eso suena que aunque te diga que no, me la vas a preguntar
¿cierto?
Se ríe- Puede. Necesito preguntártelo, la verdad.
-Adelante
-¿Esta misión tiene algo que ver con lo que sientes por
Finnick?- dice serio
-¿Cómo? – Me ha pillado totalmente desprevenida- ¿Sentir en
qué sentido?
-Ya sabes, ¿lo amas?
-No, ósea si. Es de mi familia.- No parece hacerle gracia.
-No, ósea si. Es de mi familia.- No parece hacerle gracia.
-Entiendo, ¿lo besaste alguna vez?
-¿Qué? No, sería como besar a mi hermano. Por dios.- Pone
cara de sorprendido- No me digas que en el distrito 13 está permitido besar a
tus hermanos. Y yo que pensaba que los raritos eran los del Capitolio…
-No, no. Pero he visto en tus ojos la pena profunda al
pensar en que había muerto.- me dice.
-No es sólo por él. También esta Katniss y el rubiales. Los
cuatro hemos pasado lo mismo los comprendo y son de mi familia, aunque a veces
los quiera matar.
-Entonces… ¿no lo amas de esa manera?
-Por favor, dime que no estás celoso.- digo arqueando una ceja.
-Por favor, dime que no estás celoso.- digo arqueando una ceja.
-Bueno…- empieza a hablar- tu y yo tenemos cosas en común…
-Espera. Se lo que vas a decir, y te entiendo. Pero necesito
que veas que ahora no es un buen momento, aunque te prometo que si sobrevivimos
a esto lo hablaremos.
-Perfecto, entonces habrá que sobrevivir.
Le doy un beso en la frente y le susurro.
-Exacto, chico listo. Ahora toca sobrevivir.
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