Capitulo 56

El agua quema mis pulmones, y pienso que ya está, hasta aquí llegué. Aquí moriré. Pero no tengo tanta suerte, mi vida es un ejemplo de cómo conseguir quererte morir tantas veces como respiras

Tengo los ojos cerrados, esperando no, más bien deseando que todo acabe cuando siento que el aire sustituye al agua que antes me envolvía. Y por puro instinto expulso agua, para coger aire. Pero al hacerlo un dolor atroz me recorre el cuerpo, como si algo me quemara por dentro.

Desesperada busco el origen de aquello, y veo como en mi pierna derecha hay un cable que me está mandando descargas eléctricas, cada vez a más intensidad. Lo suficientemente fuertes para que quiera morir, lo lamentablemente bajas para que no lo consiga.

Al estar mojada mi cuerpo me ayuda a sobrevivir pero me sigue doliendo como mil demonios, estoy tan desorientada que apenas me entero que me vuelven a meter en mi habitación. Envuelta en una toalla.

Me quedo allí callada y aún confundida, tengo en la pierna una fea quemadura, mis músculos siguen aún encogidos y creo estar en un estado de shock. Oigo los gritos de una chica, al principio creo que es Katniss pero no, conozco esa voz. La conozco desde hace años pero, ¿Qué diablos hace aquí Annie Cresta? ¿No debería estar en el distrito 4?

Intento hablarle, preguntar a gritos, pero apenas soy capaz de abrir la boca. Al rato me quedo dormida en mi dura cama con una sensación de derrota.

Por la mañana son los gritos de Peeta los que me despiertan, no para de gritar llamándola a ella. Eso es amor y lo demás son tonterías.

No tarda mucho en llegar un agente de la paz con algo de comer, luego entra Daniel vestido con una bata blanca.

-¿Cómo te encuentras, Johanna?- me pregunta, estamos los tres en la sala.

-De maravilla, como siempre la hospitalidad del Capitolio me abruma- le digo sentada en mi cama sonriéndole con malicia. ¿Cómo diablos pude pensar que le preocupaba?

-No parece que esté muy lastimada- murmura y mira al otro hombre- doy el visto bueno.

Sale sin despedirse y el hombre me lleva a otra sala, esta vez me sienta en una silla y sin atarme. Al momento llega un hombre y una mujer y se sientan delante de mí.

-Bueno Johanna, sabemos que ayer ya te enseñaron lo que pasa si no cooperas, así que ahórranos trabajo y habla- dice la mujer con cara agria y amarilla. No porque se haya puesto amarilla sino porque la tiene pintada así.

No contesto, así que habla el hombre: -Hazlo más fácil para ti, ¿Qué ganas? ¿Quieres que te vuelvan a torturar?

-Dices el verbo “vuelvan” en tercera persona, pero en cambio tú eres uno de ellos ¿no?, o intentas no parecerlo para no sentirte mal, quizás. Ridículo, te gusta ver sufrir a la gente, sobre todo niños. Ya lo habéis demostrado durante 75 años.

-Johanna, ¿Qué es lo que quiere la Presidenta Coin?- dice la mujer, perdiendo los nervios. ¿De qué me suena ese nombre? Ah, sí. Es la líder de los rebeldes, la presidenta del cobarde distrito 13 que se han estado escondiendo todos estos años mientras los otros nos moríamos.

-No lo sé. No la conozco.

-¿Qué quieren de Katniss Everdeen?- pregunta de nuevo. Mira esa si me la sé.

-Mmm… quizás arreglarla. Últimamente el embarazo le estaba sentando fatal. -sonrió- ¿Por qué? ¿Tantas ganas tenéis de volver a verla?- La mujer pierde los estribos y levantándose se me tira encima, sin sentido. Por suerte, no tengo las manos atadas y no es rival contra mí.

Yo he sobrevivido a dos juegos del hambre, ¿y ella a qué? ¿A una mala manicura? Sólo le agarro la cabeza mientras ella arranca mechones de mi pelo, la giro con la suficiente fuerza y antes de que se dé cuenta, queda muerta en mis brazos.

El hombre de pie me mira con horror, y no puedo evitar sonreírle, antes de decirle:

-¿Eres el siguiente?