Etiquetas

Archivo del blog

miércoles, 28 de agosto de 2013

Capitulo 38


Capítulo 38



Estoy de los nervios, ¿Qué querrá que haga? Tengo la sospecha, el gusanillo del miedo me dice que es lo más probable. Pero no quiero que sea cierto. No por favor.
Aún me acuerdo de lo que le conté a James en la Arena, sobre como mi madre murió y todo por culpa de la “infracción” que cometió nuestro pariente vencedor. Con él apenas hablo, creo que sabe que se lo de mi madre, me lo he encontrado por la Aldea de los Vencedores varias veces pero con los que más hablo son Blight, Rebecca (cuya edad ya ronda los 80 y pico) y Edward (un hombre de unos 40 años casado y con dos preciosos hijos). En cambio con mi tío y con el otro hombre, Dave, apenas hablo.
El caso es que sé que tengo que hacer lo que Snow me dice aunque eso implique… aunque eso implique… hubiera sido más fácil morir.
Tobías me vuelve a preparar para la ocasión, después de unas horas llevo puesto un traje corto, blanco y bastante escotado. Con unos tacones muy altos negros. El pelo suelto y unos pendientes negros que se balancean haciéndome cosquillas en las mejillas. Mirándome al espejo entiendo porque Tobías me viste así, quiere que este sexy. Miro antes de salir a Tobías que me sigue mirando con rostro apenado.
-Entonces él te obliga, ¿verdad?- le digo
-Si… Johanna, lo siento. Ya sabes que…- me dice
-Déjalo, no te preocupes…- le interrumpo dándole un abrazo- Eres uno de los pocos amigos que me quedan, no te voy a culpar.
La comida de hoy es como dice Shirila “Fabulosisima de la muerte”, es al aire libre, y el lugar está decorado con plantas y fuentes, una pista de baile donde una orquesta toca todo tipo de canciones, unas mesas llenas de comidas y camareros con unos esmóquines de colores que disparatados dan vueltas para servir bebidas espumosas o de colores.
Paso ese rato haciéndome fotos con sonrisas falsas en el rostro, riendo cuando la gente ríe y bailando con todo el que me lo pide.
Sobre las seis y media, Tobías y Blight me “rescatan” de un grupo de fotógrafos que no paran de captar imágenes mías junto a unos árboles.
-Ya casi es la hora Johanna- dice Tobías
-Que no se te olvide… que esto puede tener repercusiones malas- suelta Blight
-Mmmm… gracias por recordarme que si la cago, alguien sufrirá daño. Se me había olvidado- le respondo con sarcasmo intentando enmascarar el nerviosismo que tengo.
Ninguno me responde y empezamos a andar hacia la calle, allí ya hay un coche negro con ventanas tintadas que me espera. Antes de entrar les hecho una mirada de despedida a mis compañeros, Blight me hace un gesto de ánimo con la mano y ahora que lo pienso ¿Él también pasó esto? ¿Aún le obligan? Es guapo pero no tanto como Finnick, pero claro, en su momento tuvo mucha fama… como yo.
Cuando llego a mi destino veo una enorme mansión, por curiosidad le pregunto al conductor dónde estamos y me responde secamente “En la mansión del Presidente Snow, señorita”, entramos y veo que hay más de un coche como el mío en la puerta.
En la puerta un hombre con aspecto de Avox me indica que lo siga, voy dando pasos cortos y mirando al suelo. Entro en una sala, más bien en un dormitorio. El Avox sale y me quedo sola. 
Me siento en el filo de la cama, con los brazos cruzados  mirando el suelo. Al cabo de unos minutos se abre la puerta, y como no levanto la vista no veo a mi visitante. Aunque oigo que se quita los zapatos, se acerca y se sienta junto a mí.
Siento su aliento en mi cara, y me da asco. Me quedo quieta inmóvil mientras el individuo con rasgos inhumanos (Pelo azul, labios pintados y demás) me empieza a besar el cuello, quitándome la ropa, obligándome a… a… Cierro los ojos y me quedo muerta.
A la hora, estoy en la cama tapada hasta la barbilla mirándolo mientras se viste. Noto que tengo el labio sangrando porque mi cuerpo ha intentado apartarse una de las veces que me intentaba besar y él me golpeó en la cara. En general, ha sido bueno me ha contado que se llama Swayer, que me admira y que quiere hacerme feliz.
Ya, claro. ¡Y yo vuelo!
Me deja un paquetito pequeño con un lazo encima de una de las mesitas de noche. Lo recojo, me pongo la ropa y salgo de la habitación. Me giro cuando noto que tengo alguien detrás
-Hola Johanna- me dice Finnick que también está aquí.- ¿Estás bien?- me dice al ver mi labio

Lo único que hago es darle un abrazo que él me devuelve. Me siento sucia y rota. Esta fue mi primera vez, la primera vez que Snow vende mi cuerpo.

1 comentario:

  1. ¡Oh Dios mío!, ¡me c**o en todo! ¡SNOW LA HA VENDIDO! Lo odio mucho, muchísimo que lo sepas. Pobre Johanna.
    Seguiré leyendo.

    ResponderEliminar