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martes, 23 de julio de 2013


Capítulo 30



Me encuentro sentada en la orilla, el agua limpia mis sucios pies; el aire me trae el olor a mar. No quiero cerrar los ojos aún, ni siquiera mirar cómo me encuentro. Porque ya sé que las manos las tengo rojas de su sangre y la mía, que mi cuerpo está lleno de arañazos, cortes y mordiscos.
Aún sigo tragando sangre del corte en mi labio, noto como parte de ese líquido color carmín va deslizándose por mi barbilla dejando un rastro a su paso.
Recuerdo como he llegado a esta postura, no ha pasado ni media hora desde nuestro encuentro.
Estábamos las dos mirándonos a metros de distancia. Sin saber qué hacer para matar a la contraria. Ambas con las mismas posibilidades.
Seguíamos  junto a la cornucopia, así que mi rival supongo que pensaría que yo caería en una de las trampas. Corrió hacia una de ellas, y yo la seguí. Al principio pensé que quería huir pero se acercó a una de las trampas intentando no mirarla mucho para que no me fijara en el suelo.
La muy tonta ni siquiera se planteó que yo ya lo sabía. Y cuando me empujó para que pisara su trampa la empuje dejándola en mi sitio. Por eso el cuchillo que estaba atado al árbol salió disparado hacia el pecho de ella.  Con mucha frialdad ella se lo arrancó de su propia carne, se fijó en que no le había dañado ningún órgano vital, y se abalanzó de nuevo contra mí.
Después de eso, yo ya sabía su punto débil y no fue tan difícil deshacerme de ella, pero el proceso fue muy duro.
Le dio por darme más de un bocado por cualquier parte del cuerpo que se le antojara, cosa aprendida por su hermana-vencedora Enobaria. Me pregunto cuál será la cara de la Vencedora viendo como su hermana está a punto de morir.
Al cabo de un rato me levanté y Alessandra se encontraba tumbada en el suelo con la cara bañada por el sudor y la sangre. Cuando me acerqué a ella gruñó pero no tenía fuerzas para moverse. Me miró con rabia y le dije con un suspiro muy bajito
-Creo que ha sido un efecto muy bonito caer en tu propia trampa, serás recordada como la profesional patosa y descuidada. O mejor… no serás recordada por nadie. Pero en cambio mi compañero y yo si lo seremos.
No me contestó pero no pude contenerme y mientras le clavaba el cuchillo que tenía guardado en la pantorrilla, como bien me han enseñado en estos juegos los profesionales, le suelto
-Espero que vayas al cielo, querida. Así al menos James podrá vengarse mejor, de lo que le hicisteis. Yo sólo te di una muestra…
No estaba muerta cuando me marché, quería que pensara un poco lo que hizo por eso le clave el puñal de forma que se desangrara.
Y así fue como llegue a donde estoy. Suena su cañonazo.

Suena a mi victoria. Suena a mi libertad.

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